EL TRASPLANTE
Comenzaremos esta fase depositando en el fondo de la maceta un lecho de pedazos bastante gruesos de poliestireno para que éstos aseguren un bueno drenaje en el fondo de la maceta. Y es que nunca debe quedarse agua estancada en el fondo de la maceta después de un riego. Esto es esencial.
Si la planta que trasplantas es susceptible de emitir tallos florales bastante largos, puedes reemplazar este lecho de poliestireno por pedazos de lava o piedras (no calizas), que tendrán el mismo efecto drenante y que darán peso a la maceta y así evitará que vuelque con la más mínima corriente de aire.
Deposita a continuación un puñado de substrato por encima del lecho del drenaje. Coloca ahora la planta en la maceta y rellénala con el substrato teniendo cuidado con una buena repartición, con ligeros golpeteos en la maceta. Aprieta delicadamente el abono compuesto para terminar la operación.
TRAS EL TRASPLANTE
Una vez acabado el trasplante, colocaremos la planta en su lugar habitual. Si el trasplante se efectúa en invierno o primavera, no la toques durante al menos tres semanas. Si se efectúa en verano, no la toques en una o dos.
La razón por la que humidificamos el substrato antes del trasplante era para que la planta pudiera aclimatarse y cicatrizar las heridas que pudieran surgir en las raíces. Pasado este plazo de aclimatación, vuelve progresivamente a los riegos y las aportaciones eventuales de abono.